Albert Espinosa, listo para su secuela de "Planta 4ª"
Ocho años después de terminar el rodaje de Planta 4ª, sobre un texto suyo que realizó Antonio Mercero, el guionista Albert Espinosa (Barcelona, 1973) ha reunido de nuevo a Juan José Ballesta, Luis Ángel Prieto y Gorka Moreno, los tres pelones de aquella frenética semana en la planta de oncología de un hospital. Pero esta vez lo hace en la doble faceta de autor del guion y director. Planta 5ª, también basada en la propia biografía de Espinosa, se empezará a rodar en mayo, para estrenarse en la primera semana de noviembre, y sobre ella ha dialogado con el diario Público.
Todo está a punto para un rodaje contrarreloj. “Todo lo contrario de lo que pasó con la primera”, explica Espinosa. “La industria tardó dos años en aceptar Planta 4ª, porque temía que la gente no quisiera ver una película de niños con cáncer. Como fue un éxito, enseguida quisieron la continuación”, recuerda el guionista, que acaba de publicar un libro, El mundo amarillo, sobre su experiencia con el cáncer.
“No estaban acostumbrados, claro, porque siempre han tratado el cáncer desde el dolor, la tristeza y la muerte. Entonces, como matan siempre a los protagonistas, no se plantean segundas partes. Aquí me la pidieron con urgencia, pero yo quería esperar unos años. Por suerte, tenía los derechos yo y no transigí”.
Será el reestreno de Espinosa en la dirección. Y es que ha acabado ahora el rodaje de No me pidas que te bese porque te besaré, su primera película como director, que se estrenará el 23 de octubre.
“Planta 4ª la dirigió Antonio Mercero y lo hizo perfecto”, dice. “Para dar verosimilitud a la película, me quitaba cosas. Decía que, aunque fueran reales, no eran creíbles. Y ponía el equilibrio justo para que la gente se lo creyera. Es paradójico, pero es así. Yo quería poner que salíamos todas las noches de ronda por el hospital porque era verdad, y que hacíamos las carreras en sillas de ruedas, y que nos hacíamos radiografías de cachondeo a escondidas. Todo aquello es verdad, pero lo fuerte es que la verdad superaba la ficción”.
Espinosa refleja una realidad dura, pero desde un punto de vista nada trascendental. “Las películas de cáncer no suelen reflejar lo que es la enfermedad: sólo el 20% de los cánceres es doloroso y los tiempos muertos son muy felices. Yo quería ser realista en este sentido, reflejar la realidad y destruir el tópico.
También quería dejar claro que hay médicos malos. Cuando le dicen a Juan José Ballesta que no llegará a vivir para trabajar en un peaje, que es lo que le gustaría, es real”, explica Espinosa.La película tiene algo de Barrio. La marginalidad de aquella cinta se transforma aquí en el cáncer. Los niños, igual que en Barrio, viven felices el día a día… “De hecho, se pensó en Fernando León para dirigirla, pero acababa de trabajar con niños en aquella película”, desvela Espinosa.
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